domingo, 27 de diciembre de 2015

MACBETH






 Escrito por Luis Roca Jusmet

 Tercera versión cinematográfica de Macbeth, después de las geniales adaptaciones de Orson Welles y Román Polanski.
 El nuevo director no es, ni mucho menos, un director de cine consagrado. es el dircetor, guionista y montador australiano Justin Kurzel. Los dos protagonistas, en cambio, son dos actores extraordinarios, Michael Fassbinder y Marion Cotillard. El resultado es excelente. Una versión potente, con mucha fuerza expresiva en las imágenes y un respeto riguroso por el texto de Shakespeare,
 Desde el punto de vista filosófico me interesan varias cuestiones que plantea la obra y su versión cinematográfica.
La primera es la diferencia entre tragedia y drama. Aunque en inglés la palabra para referirse a la obra de Shakespeare sea tragidy a drama se refiere al teatro voy a hacer un desplazamiento conceptual diferente. Consideremos que la tragedia es una concepción antigua, la propia de los griegos ( Sófocles, Esquilo) y el drama ( que se iniciaría con Shakespeare) sería una concepción moderna. Lo propio de la tragedia sería una concepción del hombre en la cual éste esta sometido a un fatum, a un Destino. Edipo no sabe su Destino pero inevitablemente sus actos conducen a el. En el caso de Macbeth es el de un hombre que sabe cual será s Destino anunciado pero el Destino anunciado no tiene el carácter de lo necesario sino de lo contingente. Es decir que se presenta como algo que puede cumplirse o no y en el que las decisiones del sujeto implicado serán determinantes. Aparece entonces el libre albedrío, que como nos muestra Nietzsche, es un invento del cristianismo. Y con él la duda y el sentimiento de culpa. Macbeth toma una decisión y será está la que conducirá al cumplimiento del Destino. 
 Esto me lleva a una frase que Lady Macbeth repetirá varias veces : "Lo hecho no puede ser deshecho". Esto adquiere un tono dramático porque lo hecho aparece como contingente. No puede ser deshecho peor podría haberse evitado si hubieras tomado otra decisión. El acto adquiere entonces su dimensión dramática, la de haber sido el propio sujeto el que ha desencadenado la cadena de desgracias que se van sucediera.
 La tercera cuestión remite al discurso de Macbeth sobre la vida humana :
 "La vida es sólo una sombra caminante, un mal actor que, durante su tiempo se agita se pavonea en la escena, y luego no se le oye más. Es un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y furia, y que no significa nada."
 Quizás sería la expresión más clara de lo que luego anunciará Nietzsche : "la Muerte de Dios" y la aparición del nihilismo. No hay un Absoluto, nada tiene sentido.
 El otro tema es el de la codicia, una de las peores pasiones del ser humana y plenamente actual en el sistema-mundo capitalista en que vivimos. La codicia es, según el diccionario ideológico de la lengua española : " Un apetito desordenado de riquezas." El viejo tema de las pasiones, que desafortunadamente ha perdido vigencia en el lenguaje actual. La pasión que nos esclaviza, como se ha dicho desde Aristóteles a Spinoza. El tardocapitalismo que vivimos, con su extrema voracidad, tiene en la codicia el motor humano fundamental. Como en el caso de Macbeth es una pasión no solo mortífera para quién la padece sino también para todos los que acaban siendo víctimas de su poder.

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