lunes, 28 de septiembre de 2015

NUESTRO ÚLTIMO VERANO EN ESCOCIA





 Esta película británica está dirigida por dos directores para mí desconocidos, Andy Hamilton y Guy Jenkin. Parece una comedia más, pero es una película que me parecido encantadora. Partimos de una historia que no tiene nada de extraordinaria. Un matrimonio en vías de  separación con tres hijos hace un viaje a Escocia para ir a celebrar el 75 aniversario del abuelo, el padre del marido, enfermo de cáncer.
 Sin ningún estilo pretencioso ni ningún tono edificante la película entra en grandes temas de la existencia humana. El sentido de la vida, la muerte, la pareja, la familia, la infancia, la verdad y la falsedad. La película no tiene mensaje, por suerte, pero sí sabe transmitirnos algo importante. Lo que pone de manifiesto es que frente a la tragedia de la muerte, los desencuentros y malentendidos humanos, el sufrimiento y la decepción la única arma que tenemos es la distancia. Distanciarnos en doble sentido, el del amor y el del humor.A la gente que queremos hay que aceptarla, relativizando sus defectos. Lo cual no quiere decir no verlos tal como son, con sus luces y sus sombras, no quiere decir idealizarlos. Quiere decir simplemente que sabemos lo que son, imperfectos como nosotros, como todos, pero los queremos a pesar de todo.
Porque al final lo que importa es que están vivos y el lazo afectivo que nos une a ellos : los queremos.
Distancia con humor, porque hemos de saber reírnos de los otros, pero también de nosotros mismos. 
 La vida pasa y no somos capaces de salir de las pequeñas batallas que nos impiden ver lo realmente importante.
 Me gusta también de la película la manera como trata la familia. Sin grandilocuencia, sin tonos dramáticos.Padres que se quieren y quieren a sus hijos, que se equivocan aunque hacen lo que pueden. Sin querer ser ni aparentar lo que no son . Sin ser ni querer ser la familia perfecta. 
 Y de fondo el inmenso, magnífico, paisaje de las Tierras Altas de Escocia.