martes, 15 de diciembre de 2015

UN MÉTODO PELIGROSO






por Luis Roca Jusmet

El encuentro entre David Cronenberg y el psicoanálisis es potente, aunque de entrada puede resultar extraño.
Aunque Cronenberg es un director reconocido, su cine es un cine de acción, Se le encuadra entre los directores de la serie B, como mínimo en un principio. No es un cine con pretensiones ni mucho menos un cine intelectual. Pero siempre ha tenido una gran capacidad de perturbar al espectador : Cromosoma 3, La zona muerta, Videodrome...Su enlace con el psicoanálisis pasa, pues de entrada, por lo inquietante de las pulsiones humanas. Quizás también por lo siniestro de lo que hablaba Freud. La violencia en estado puro es una de las obsesiones de Cronenberg y sus últimas películas, centradas en ella, son geniales: Una historia de violencia y Promesas del Este. Totalmente expresada de la manera más cruda, la presencia de la violencia nos arrebata. Puntualmente Cronenberg también ha tratado la sexualidad en sus aspectos más oscuros, como en la película Crash. En su cine hay también una cierta obsesión por el tema de la identidad : la transformación radical (La mosca) o la duplicación ( Inseparables). En realidad son todos temas psicoanalíticos. Por esta razón no debe extrañarnos que se sintiera fascinado por la obra teatral de Christopher Hampton en que basa el film. Cronenberg pensó que había de dirigir una película a partir de la pieza teatral. Nadie mejor que Cronenberg para hacerlo. Porque aunque trate de los inicios del movimiento psicoanalítico y de sus discusiones teóricas. Cronenberg es capaz de captar toda la fuerza emocional que hay detrás de ellos. Y ha sabido expresarla de una manera muy precisa y muy visceral, cualidades necesarias para la historia que no son fáciles de combinar. La tensión interna que hay detrás de los protagonistas se manifiesta de una manera muy intensa pero también muy contenida. Envuelve al espectador.
Pero más allá de sus valores cinematográficos ( la dirección y la extraordinaria interpretación de los protagonistas) la película tiene un gran interés cultural. El psicoanálisis forma parte de nuestro imaginario social, de nuestra cultura de masas. Inconscientes, complejo de Edipo, superyo, libido, sexualidad infantil, sueños ... todos estos términos están omnipresentes en nuestro discurso. Otra cosa es si se entienden bien o mal. Otra cosa es la aceptación institucional de la teoría y la práctica psicoanalítica. Pero no entraré en este debate. Sólo constatar que, en contra de algunas afirmaciones, el psicoanálisis no está superado. No lo está porque continua como hace un siglo : como un movimiento vivo lleno de enemigos. Y la batalla se queda en tablas : ni consigue ser reconocido por las instituciones ni tampoco es eliminado por ellas.
En todo caso la historia que presenta la película es muy atractiva para cualquiera que esté interesado en el movimiento psicoanalítico. La intensa relación entre Freud y Jung y su triste final sí es conocido, pero es de agradecer el rigor con que aparece en la película. Freud buscaba en él a su sucesor, su hijo favorito : brillante y carismático podía ser un perfecto líder del movimiento en un futuro. También había una razón política : Freud no quería identificar el psicoanálisis con un movimiento judío. Y la mayoría de sus discípulos lo eran. Jung era suizo, de una cultura protestante: resultaba muy adecuado también en este sentido. Aunque estas diferencias culturales Freud las considerará finalmente un problema : nosotros somos judíos, él es ario, le dice a Sabina Sppeilrein. Habían ciertas diferencias : personales, sociales e ideológicas. Personales : Freud tenía una ética estricta de la verdad que le provoca un rechazo visceral de la hipocresía de un Jung que busca mantener las apariencias a través de la mentira. Sociales : Freud envidia y reprueba desde una situación económica de pequeño burgés que mantiene con dificultades a un Jung que por el matrimonio entra a formar parte de una alta burguesía que vive en la comodidad y en el lujo. Ideológicas : Freud es un ilustrado liberal y positivista que no soporta las veleidades pseudoespiritualistas de Jung. Finalmente el rechazo de Jung al autoritarismo de Freud provoca la inevitable ruptura. Podemos defender a Jung en la defensa de la autonomía de pensar por sí mismo frente a la imposición autoritaria de Freud pero finalmente éste tenía razón. Freud mantendrá unos axiomas que le permitirán elaborar un movimiento consistente mientras que Jung será una personalidad reconocida pero que no será capaz de crear ninguna teoría ni escuela psicológica coherente. Su prestigio se mantendrá a través de la Escuela de Eranos, centro de debate de la hermenéutica simbólica de las religiones. Freud tenía razón en su previsión de la deriva mística de Jung.
Pero la protagonista de la película es, sobre todo, Sabina Speilrein, psicoanalista rusa totalmente desconocida hasta 1980, año en se publica su correspondencia con Freud y Jung, sus diarios y sus escritos. Originaria de una familia rusa judía muy acomodada. Víctima de una histeria grave con rasgos perversos masoquistas fue paciente y luego amante de Jung, con el que mantuvo una relación muy tormentosa hasta la ruptura. Jung estaba casado y no pudo soportar el conflicto de esta relación sin romper con su familia. Optó por la familia. Speilrein fue uno de los grandes personajes femeninos del movimiento psicoanalítico ( como Melaine Klein), con personalidad compleja e inteligencia brillante y creativa.
Otro personaje, también desconocido, que parece en la película es Otto Gros. Gros forma parte de algunos extraños compañeros de viaje que tuvo Freud, al lado de sus discípulos ( fueran o no disidentes posteriormente). Junto a él citaría a George Groddeck y Victor Tausk ( que no aprecen en la película). Psiquiatra desequilibrado, vital, rebelde, tuvo un final trágico ( murió de inanición y pulmonía convertido en un indigente). En la película aparece también un psiquiatra clave, que es Bleuer ( director de la Clínica Burgoltzi, escenario de la primera parte de la película) pero de una manera muy puntual.
Contamos así con una gran película para entender el psicoanálisis. Tenemos otro referente muy anterior, la extraordinaria biografía de Freud de John Huston : Freud, una pasión secreta. Entonces fue el excepcional actor Montgomey Cliff el encargado de representarlo. Aquí es Viggo Monrtensen, protagonista de las últimas películas de Cronenberg en papeles totalmente diferentes al que nos ocupa, quien se encarga de hacerlo. Y lo hace muy bien, por cierto. Como Keira Knightley en el papel de Sabina, Michel Fassbender en el papel de Jung y Vicent Cassell en el de Otto Gross.
 Buen cine, interesante y apasionante. ¿ Que más se puede pedir ?
 

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