Escrito por Luis Roca Jusmet
Sin ser una película de la mafia la situaría en la noble tradición de las películas sobre el tema de Coppola ( "El padrino") o Sorsesse ("Uno de los nuestros"). Cine potente, duro, sobrio en el que se manifiestan problemáticas casi shakespearianas. Problemáticas que hacen referencia, sobre todo en este caso, al drama más que la tragedia. Drama porque los personajes se enfrentan a las decisiones que determinarán el futuro. El futuro depende de nuestras decisiones, aquí está lo grave, lo dramático de la cuestión. Pero lo bueno es que los personajes no dramatizan, viven el drama de manera contenida, con la fuerza del control. Perder el control es, justamente, el origemn del desastre.
J. A. Chandor es un gran director, un excelente director. Leo que hay que considerarle un discípulo de Sidney Lumet. Es posible. Pero tiene un estilo propio. Había visto antes una película suya, Margin Call, que me pareció una crónica muy lograda sobre las conductas guiadas exclusivamente por la codicia de las gentes de Wall Street.
El año más violento es una película, en un contexto singular, de la ética kantiana. la ética kantiana es una ética de principios basada en la dignidad y el respeto. No se trata de ser altruista, ni compasivo. Tampoco de valorar las consecuencias de tus actos para decidir en cada momento lo que es mejor o peor. Se trata de elegir siempre el camino correcto, como dice el protagonista de la película. Porque si no sigues el camino correcto lo que consigues no tiene valor. Es el deber por encima de todo, deber que dignifica lo que haces y que te hace respetar a tí mismo y lo que haces. "No tenéis respeto por lo que hacéis" es otra de sus frases.
Es muy interesante ver a este hombre, con pinta de mafioso italiano ( aunque es hispano) encarnar esta ética del deber. En medio de violencia y corruptelas, de mafiosos y delincuentes, él se niega a seguir el juego. No puede hacerlo porque si lo hace todo su mundo, todo lo que quiere, pierde su valor. Porque entonces dejaría de respetarse a sí mismo y no podría exigir respeto de los otros.