domingo, 6 de noviembre de 2016

BROOKLYN




Escrito por Luis Roca Jusmet

 Esta película consigue un pequeño milagro. Es el de conducir la máxima emoción a partir de lo más sencillo. No es una película estimulante, ni por la fuerza de la acción ni por la del drama. Es una historia de tonos suaves, de narración pausada, en la que parece que no pasa nada, pero que va pasando mucho. Viene a ser lo que el filósofo François Jullien, hablando del pensamiento chino, llama las transformaciones silenciosas. Poco a poco las emociones contenidas van adquiriendo un ritmo dramático explícito y somos capaces de identificarnos con el dilema moral en que la protagonista se ve envuelta sin quererlo.
 Una pequeña pero profunda reflexión sobre el deseo, la esperanza, las raíces y, sobre todo, el aprendizaje vital. Pero sobre todo sobre la vida como este encuentro entre lo contingente, lo que aparece por azar en tu camino, y las propias decisiones. Porque aunque nos encontramos con lo que no buscamos, delante de estos encuentros inesperados debemos decidir. Como decía Sartre, estamos condenados a hacerlo. Aunque sea doloroso es inevitable. Y las decisiones suponen muchas veces una pérdida, un desgarro. La historia que narra el filme lo ejemplifica muy bien. Historias ordinarias que tienen mucho de extraordinario.
 La magnífica interpretación de Saoirse Ronan es una de las piezas fundamentales para conseguir el clima necesario para que la historia de la protagonista nos vaya envolviendo progresivamente. John Crowley, apoyado por una buena fotografía y una música perfectamente adecuada, consigue tallar una pequeña joya,