sábado, 6 de mayo de 2017

LUCKY






Escrito por Luis Roca Jusmet

 Cuando Montaigne recibe la carta de un amigo que le dice que no le cuenta nada porque no le ha pasado nada, Montaigne le contesta : " ¿ Es que no has vivido ? Esto es lo más importante que te puede pasar. De esto trata la película. De que aunque parece no pasar nada, la película trata de lo más importante : la vida cotidiana, lo que nos jugamos cada día de nuestra de nuestra existencia en el que parece no pasar nada. La "nada" es además el significante dominante en este película, tan profundamente filosófica que ni se nota que lo es. 
 La película trata de una conversión, del ejercicio espiritual que transforma a un hombre en el ocaso de su vida. Es una transformación silenciosa que se da en el marco de lo cotidiano, sin que ocurra nada extraordinario. O mejor, cuando todo lo ordinario se transforma en extraordinario. Este hombre solitario, orgulloso y autosuficiente, se enfrenta al hecho de que está en el final de su vida. Un desmayo inesperado, inexplicable, le da el aviso. Y empieza a sentirse vulnerable, empieza a sentir miedo: miedo a la muerte. La visión de la hora 12:00 es como un símbolo de este cierre. Lucky sigue su vida cotidiana, con unas rutinas establecidas en las que convive con los peculiares personajes de este pequeño pueblo en medio de un desierto que nos da un entorno devastado. La visita inesperada a una fiesta y el encuentro azaroso con un antiguo marine harán que Lucky transforme su miedo en aceptación. 
 La película tiene algo de la magia del cine de David Lynch ( que parece en un pequeño papel). Sobre todo la escena onírica en la que se aproxima a un fondo rojo donde pone salida con la música aumentando el volumen de manera inquietante. El ritmo es lento, como el de la tortuga que aparece al principio y al final de la película ( que tiene, además, otros simbolismo). Pero atrapa desde al principio hasta el final. La banda musical de Elvis Kuehn, impresionante. Un guión impecable que ha sabido dirigir a la perfección un excelente actor secundario que se ha atrevido a pasar a la dirección : John Carroll Lynch. 
 La interpretación de Harry Dean Stanton no es una anécdota. Sin él la película sería otra, porque hay una simbiosis entre el actor y el protagonista, que, en cierta forma, se interpreta a sí mismo. Lo paradójico es que, justo a los pocos días de acabar el rodaje, falleciera el actor. Es como si la vida real concluyera la propia historia. Lucky ( Harry Dean Staton) está preparado para morir y al poco tiempo lo hace. Este es el final abierto de la película : ha aprendido a morir, que quiere decir que ha aprendido a aceptar la caducidad de su vida. Todo se desvanece, todo es efímero. Desde las alusiones explícitas al budismo ( eso sí, en una lectura atea), hasta otras más implícitas como el epicureismo, esta película nos conduce a las preguntas radicales desde la simplicidad de las rutinas existenciales de un viejo de noventa años que toma conciencia de que el final es inminente. Si Séneca dividía la vida en cuatro estaciones ( con veinte años de diferencia) y decía que a los sesenta se inicia la vez ( para él la mejor época) a partir de los ochenta hay un  resto. De este resto nos habla de la película y como puede ser un regalo y no una pesadilla. 

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