jueves, 25 de junio de 2015

LUCKY




 Una película sudafricana desgarradora y conmovedora. Lucky es un niño zulú de 10 años que abandona su pequeña aldea sobre la tumba de su madre muerte para realizar el ideal que ella le transmitió : ir a la escuela.
 En este drama se presentan muchas cuestiones interesantes. Todo ello en el marco de una Sudáfrica que no realizó el sueño de Mandela, que vive en los contrastes y cuyos habitantes parecen, en su inmensa mayoría, sobrevivir con dificultades de todo tipo. Profundas desigualdades, pobreza, marginación y un ambiente general de tristeza es lo que captamos de este universo. Los niños delincuentes son una imagen atroz de lo peor de este mundo.
 Aparece sobre todo el tránsito del niño al adulto, la odisea de encontrar un lugar en un mundo que no nos lo facilita. La necesidad del niño de tener una referencia pero también la necesidad de libertad. El niño quiere salir de su pequeña y cerrada comunidad, no acepta renunciar a su libertad a cambio de seguredad. "Somos lo único que te queda", le dicen los ancianos de la aldea. Pero el niño tiene un impulso más fuerte que le lleva a salir, a buscar este nuevo horizonte que le trazó su madre. La valentía, la fortaleza ( la resilencia diríamos hoy) de este niño capaz de superar las dificultades e incluso la seguridad que le brinda su nueva protectora. Esta nueva protectora es Padma, un india anciana que lo tiene todo en contra para acogerlo, desde sus  prejuicios contra los negros. hasta sus rígidas costumbres y el inconveniente añadido de hablar en idioma diferente. Pero más allá de todo esto, lo que se crea entre ellos es un vínculo de amor, que surge a partir de algo real, indefinible, que está por encima de las propias barreras culturales. 
 Los hombres negros que aparecen, por otra parte, son personajes casi devastados. Desde el tío, un hombre débil y amargado, que esconde detrás de su traje una tremenda miseria moral. El taxista, que parece de entrada incapaz de moverse por algo que no sea la supervivencia, va sacando su parte más noble. Es contundente cuando le dice al niño lo que significa pasar de niño a hombre : entender que los alumnos mienten. Aceptar las limitaciones propias y dejar caer al Otro. Lucky quiere sostener a su madre como este Otro perfecto, sin fisuras. Niegan todo lo que le dicen de ella. Pero aceptar que los alumnos mienten quiere decir aceptar que todos son imperfectos, hasta los que teníamos más idealizados. Y a partir de esta aceptación Lucky pedirá ayuda al que fue compañero de su madre, un hombre débil como lo define. Hombre del que no sabemos totalmente su historia pero que parece un desencantado de la lucha por el apartheid. Alguien que acaba entendiendo que lo que nos oprime no son solo sistemas externos, sino que hay algo en los hombres muy mezquino con lo que hay que contar.
 Y la voz, la voz de la madre. la voz como fuerza, como mensaje, como interpelación. La voz que casi no hay que entender porque parece que desprende algo propio más allá de lo que dice.
 El director, Avie Luthra, nos envuelve en una historia tan lejana como próxima, tan improbable como creíble. Nos emociona sacando lo más humano pero también lo más lúcido.

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